Diciembre de 2001 en la Argentina, la oposición usurpa la Casa Rosada desestabilizando el gobierno y organizando saqueos en todo el territorio del país. Lo más lamentable fue que algún sector de la Unión Cívica Radical lo ayudó en ese cometido. Cómo obligaron a De la Rúa a redactar la renuncia.

Renuncia manuscrita de De la Rúa

 

Texto de Fernando De la Rúa: Autocrítica e Identidad, 2002.

última foto de De la Rúa en su despacho

la última foto de Fernando De la Rúa en el despacho presidencial

"¿Es el influjo de la noche o la vergüenza del día lo que hace que la tiniebla sepulte la faz de la tierra ...?" Shakespeare, 'Macbeth'.

Por Matías Bailone. Exclusivo para 'Ricardo Balbín Web Site'

Las cámaras de televisión ávidas de sangre y fuego provocaban el caos, y el lente de sus máquinas parecía un aleph diabólico donde convergían los negros jinetes del Apocalipsis.
El mes de diciembre de 2001 era el colofón de una catástrofe anunciada en un país situado al Sur de la cordura, en un país que se resiste a ser República, y que afanosamente busca aferrarse a las calamidades de turno.
Todo el año 2001 estuvo marcado por un solo designio: derrocar el gobierno del Dr. De la Rúa, y los conspiradores no escatimaron esfuerzos para lograr su cometido. Sin solución de continuidad se reagruparon los sindicatos y armaron 'planes de lucha' con paros nacionales y protestas violentas, y los gobernadores peronistas no apoyaban con sus legisladores ni las leyes que necesitaba el gobierno ni el presupuesto nacional. Ello buscó fructuosamente desestabilizar la gobernabilidad, forzar la renuncia del gobierno nacional: tomar el poder que las urnas le habían negado al peronismo. Esta conspiración, que por lo grandilocuente fue indisimulable y burda, tomó cuerpo cuando el peronismo con mayoría en el Senado elige como virtual vicepresidente (debido a la renuncia de Alvarez) a un peronista, produciéndose algo nunca visto en la historia, que la oposición vaya carcomiendo el poder y devorando cuanto encuentra a su paso.
Pero estas prácticas caníbales del peronismo, que no sorprenden por ser históricas, encontraron en la gran mayoría de la prensa basura su aliado incondicional. Así fue como se montó toda una pantomima televisiva de los periodistas ventrílocuos reaccionarios que se mofaron sistemáticamente de la investidura presidencial y de la persona del Señor Presidente. Todo esto traía a la memoria las campañas mediáticas que desprestigiaban a Irigoyen e Illia, que abonaron el terreno para que la gente se sintiera decepcionada y frustrada, y para los sendos golpes de estado que dejaron tumbada a la democracia.
La historia es terriblemente cíclica, y algunos personajes nefastos para la República no tienen más que hambre de presente, y no disimularon el objetivo que desvelaba sus sueños. Esos personajes que desprestigian la raza humana, cuando lograron la caída de De la Rúa hicieron mutis por el foro y aún disfrutan del poder y de las ganancias de la devaluación. ¿Qué sabemos de Moyano, Daer, Puerta, Ruckauf, y todos los que poblaban los espacios televisivos con sus burlas a De la Rúa?. ¿Dónde estan los saqueadores de supermercados, que apenas se fue De la Rúa no volvieron a delinquir?.
A un año de ese fatídico diciembre en que la República fue ultrajada nuevamente, sólo queda la esperanza de enmendar el camino, aunque es muy difícil que eso pueda suceder. De lo que sí estamos seguros, es que nunca más en el territorio de la Argentina se podrá ensayar otro gobierno que no sea peronista. Porque el ansia de poder que los hace vulnerar la Constitución, las leyes y los principios democráticos, no podrán dejar a alguien que no sea heredero de la triste y lamentable historia peronista, guiar los rumbos del país.
Este fenómeno no es exclusivamente argentino, ya que en Italia también se vive un 'risorgimiento' del ideario de Mussollini, y así los patéticos sucesores de aquellos dictadores de derecha militarizada, ganan terreno de mano de un populismo aggiornado.
La Argentina está enferma, no diría de peronismo, para no darle a este término más importancia del necesario, sino de demagogia reaccionaria que viene de los tiempos de Rosas, o aún antes, cuando los caudillos provinciales desestabilizaron los primeros gobiernos patrios. Y sus sucesores y aplicados discípulos, los gobernadores de provincia, aprendieron cómo poder hacer renunciar a un Presidente honesto, que se negaba a devaluar la moneda.

Fragmento del Recurso Extraordinario presentado por la defensa del Dr. De la Rúa, ante la Cámara Federal.

"... fueron los episodios del 20 de diciembre del año 2001. La jornada se cargó de violencia y culminó con la renuncia del presidente constitucional de la Nación Doctor Fernando De la Rúa , quien ante el curso de los acontecimientos y el rechazo a su llamado de unidad la concretó para evitar la quiebra institucional de la República. Con todo, la Nación sufrió el daño de la interrupción de un mandato constitucional de origen popular y legítimo para ingresar a una transición parlamentaria de legitimidad disminuída, sin prestigio ante el mundo y sin respuesta para los problemas del país. Se ha denunciado la existencia de un complot para provocarlo, por la concurrencia de factores políticos, económicos y sociales que concertaron sus acciones al efecto. Una de estas acciones fueron hechos de violencia iniciados el lunes 17 de diciembre en distintos lugares y sobre todo en Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos, con asalto de mercados y el penoso saldo de víctimas en los diversos sucesos y atentados contra bienes públicos y privados por actores movilizados a ese fin sin perjuicio de la participación ocasional de otros.
Nada ocurría mientras tanto en la ciudad de Buenos Aires. Pero los sucesos del interior adquirieron tal dimensión que lo meramente local trascendió al punto que los propios gobiernos locales en especial el de la provincia de Buenos Aires de Carlos Ruckauf reclamaron se estableciera el estado de sitio autorizado por la Constitución. Luego de consultar con todos los gobernadores y los líderes parlamentarios, el Poder Ejecutivo Nacional proveyó a su establecimiento el 19 de diciembre. La medida fue apoyada por gobernadores, legisladores, opositores, y comunicada al Congreso para su ratificación, y la Asamblea Legislativa le reconoció expresa validez. Dejada sin efecto el 21, el senador Puerta al hacerse cargo del Ejecutivo la impuso nuevamente. El Presidente De la Rúa consideró necesario informarlo a la población para restablecer la tranquilidad pública ante la preocupación general pero el clima de descontento que se venía generando por las dificultades económicas determinó una ruidosa protesta en la Capital y el conurbano, que en general fue pacífica, sin excluir algunos signos de violencia subsistente contra supermercados. Seguramente el anuncio esperado por unos no conformó las expectativas de otros.
La finalidad de la medida era frenar la violencia y restablecer el orden y la paz, obrando con efecto disuasivo. Por eso mismo no se reglamentó ni se impartieron instrucciones ni hubo restricciones a la libertad por su causa, aunque fuera invocado el día 20 cuando se produjeron detenciones por disturbios. El decreto de estado de sitio se dictó el miércoles 19 por lo que venía ocurriendo en el interior desde el lunes, ante el reclamo de varios gobernadores y el clamor de las víctimas de los saqueos. En las provincias de Santa Fe, Buenos Aires y otras, hubo que lamentar muertos.
VE. quiere hacer derivar del estado de sitio las protestas y la violencia para justificar su tesis final. En el punto II comienza "a partir del estado de sitio...se desarrollaron en todo el país protestas públicas", para seguir diciendo que en la Capital ya en la noche del 19 y madrugada del 20 comenzaron a producirse episodios de violencia entre manifestantes y policías como el ocurrido en el Congreso y luego, que esto "permitía pronosticar objetivamente que la jornada del 20 de diciembre se presentaba en la ciudad de Buenos Aires como conflictiva".
La verdad es otra. Más allá de la protesta por lo económico, a partir del anuncio del estado de sitio las noticias del interior fueron positivas. La violencia y los asaltos cedían. En la Ciudad de Buenos Aires, por eso, igual que en el interior, no se esperaban hechos violentos. Durante la mañana menos de cien personas estaban cerca de la Casa de Gobierno. En forma pacífica y ordenada fueron invitados a desplazarse detrás de la valla de mitad de la Plaza. Nada presagiaba una jornada ni conflictiva ni difícil. Al contrario, la orden de la jueza federal Servini de Cubría de ubicar a la gente detrás del vallado fue cumplida. No hubo ninguna disposición del poder político para actuar de determinada manera. Los procedimientos fueron exclusivamente policiales o judiciales.
Las imágenes muestran que al reunirse mayor número de personas se produjo una pugna en torno a la valla, de avances y retrocesos. Al avanzar las horas, lamentablemente, aparecería la violencia. Desde las 14.30 vehículos a propósito trajeron manifestantes que sumaban a su protesta la agresión a las fuerzas policiales. Pero luego todo pareció cesar. Los grupos se retiraban, la paz volvía. Sin embargo, el repliegue hacia la Av.9 de Julio resultaría en nuevos y más graves hechos de violencia.
A las 16.30 aproximadamente se produjo un grave incidente en el edificio donde funcionan el Banco HSBC y la Embajada de Israel. Debe determinarse qué ocurrió entre manifestantes y custodios. Lo cierto que una persona resultó muerta. El trágico hecho, sin embargo, es ajeno al control de las manifestaciones. Está claro que fue ajeno al desenvolvimiento de los sucesos de ese día en cuanto a preservar el orden y encauzar o contener las manifestaciones, consistiendo en cambio en la actuación de la custodia del edificio, o del Banco, o de la Embajada, que en modo alguno puede atribuirse a una falta de control de la Secretaría de Seguridad ni a la falta de confianza en la Policía, ni a la supuesta magnitud del operativo, ni a ninguna otra de las muchas razones que invoca VE. Fue efecto de la acción de quienes custodiaban el edificio quienes al disparar armas de fuego tuvo ese lamentado saldo letal. El personal policial refugiado en su interior no altera esta conclusión. Un refuerzo de guardia es de rutina, los delitos que puedan atribuírseles son de responsabilidad individual. Por lo tanto, rechazamos por arbitraria la imputación culposa de este hecho.
Rechazamos también la atribuida responsabilidad por los heridos que se afirma lo fueron por balas de plomo y debidas al accionar policial. A esta altura, el único razonamiento efectivo se refiere a la actuación de las patrullas de control. Nada demuestra que otros agentes hayan obrado con esa munición que está prohibida, no fue provista y nunca la admitió ni la Policía ni el Gobierno. En modo alguno puede atribuirse a éste responsabilidad por hechos cuya autoría no consta y si ocurrieron no corresponden a los procedimientos normales y esperados, sin perjuicio de que no hubo, como dijimos, una decisión política central del Gobierno nacional sino una actuación policial dentro del deber y las regulaciones legales.
En la Av. 9 de Julio donde se concentraron los manifestantes, surgió otra vez el dolor de la tragedia. Hubo muertos. Al promediar la tarde, cerca de las 19.30, cuando ya el Doctor De la Rúa había enviado su renuncia al Congreso, se produjeron heridos y fallecimientos en esa zona. Nada lo justifica. El Gobierno lo condenó. La acción del Doctor De la Rúa fue siempre de solución pacífica de los conflictos. Las muertes, las heridas, son una dolorosa señal de esa jornada. Nada justifica la pérdida de vidas, el sufrimiento de una persona, la sensación de violencia de una sociedad.
Civiles y policías heridos mostraban la exaltación de ese día . Deben determinarse las responsabilidades: si hubo exceso policial, los culpables; si alguien envió grupos de choque, los responsables.
La violencia de esos días a partir del lunes 17 en varias provincias argentinas y el 20 en la ciudad de Buenos Aires, con su trágico saldo de muertos y heridos, quedará como dolorosa señal de esas jornadas. El drama quiso usarse políticamente para provocar la caída del Gobierno. Se informó erróneamente sobre los fallecidos en cuanto a sus causas y lugar del suceso. Esto es parte de lo que ocurrió. Lo esencial es el respeto a la vida, la defensa de la paz y la no utilización de las personas para fines egoístas o ambiciones políticas. Quienes lo organizaron hoy se ocultan pero queda el dolor por las consecuencias. Interpretando el sentir de nuestro defendido queremos rendir respetuoso homenaje a quienes sufrieron por los acontecimiento en cualquier lugar del país y cualquiera haya sido su posición, sobre todo a quienes perdieron la vida y a sus familias. La vida humana es el valor más alto de una sociedad. El respeto a su dignidad es una concepción fundamental de la vida republicana y democrática, en nuestra Patria donde debe unirnos el valor de la paz, la libertad y la justicia.
Los miembros del Gobierno de entonces y nuestro defendido particularmente, repudiaron y condenaron la violencia. Han sufrido intensamente el dolor de las muertes. Los conflictos políticos no se resuelven así. El Doctor De la Rúa , conciente de los deberes de su función y de la crítica situación del país, con la profunda preocupación de esa violencia, aun sin saber que había personas fallecidas, declaró estar dispuesto a declinar el cargo para el que fue elegido, no designado. Así lo explicó públicamente ante la prensa hacia las 16 del jueves 20. La violencia atentaba contra la unión nacional. Sin esa unión, sin apoyo parlamentario para la aprobación de leyes decisivas como el presupuesto para destrabar el crédito internacional y la ayuda financiera, las dificultades de la situación se profundizarían. La oposición apostaba a ocupar el gobierno y a la devaluación y el default. Así las cosas, podían haberse ahorrado la violencia. El Presidente renunció para preservar la paz y la continuidad institucional de la República. Como se vería después, hubo una operación concertada para provocar el cambio de gobierno. Lo investiga el Doctor Oyarbide. No fue casual. Hubo una programación que no midió riesgos ni consideró valores ni vidas. Es lo que falta investigar. Esos, esos tenían interés en que la violencia se extremara para precipitar la crisis, algo completamente opuesto a lo que podía desear el Gobierno. (...) "


"...Y a partir de entonces ya no le quedaron esperanzas. El jefe de la bancada justicialista de Diputados, Huberto Roggero le pidió el juicio político, pero fue su correligionario, el senador Maestro el que le dio la puntilla al anunciar su renuncia antes de que se hubiera producido. Mientras él (De la Rúa) sacaba la estilográfica para redactarla, Canal 13 anunciaba el triunfo de la fracción “devaluadora” del gran capital, anticipando que el dólar pasaría a cotizarse en un peso con cuarenta centavos. Profecía que se vio demorada una semana, debido al inesperado ascenso de Rodríguez Saá,y no tardó en corregirse (apriete en Chapadmalal mediante) para coronar al ungido de la Corporación, que devaluó, pesificó y licuó deudas de los grandes grupos tal como estaba acordado." Miguel Bonasso, fragmento de 'el día final' nota publicada en Página 12, el domingo 15/12/02.-


De la Rúa subiendo al helicóptero

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